El primer paso sería usar una agenda que consultas a diario para evitar sorpresas de última hora. No importa el formato –o incluso si son post it-, pero te servirá para organizarte la semana.

Para saber el orden de tus tareas, la noche de antes anota las cinco de ellas más importantes. Así, al día siguiente no perderás tiempo ni dividirás la jornada haciendo lo más urgente. A veces malgastamos más tiempo del debido intentando ahorrarlo. Además, de esta lista deberás de distinguir lo que es estrictamente necesario y lo opcional. No tienes por qué abandonar nada, pero hay que darle su espacio a cada tarea.

Como aún no somos maquinas, nuestra concentración es limitada y para mejorarla debemos de centrarnos en una tarea. Evita estar al tanto de varias cosas al mismo tiempo ya que, además de no ser productivo, lo único que conseguirás es un dolor de cabeza.

¡Mientras tanto no olvides ir actualizando tus notas a lo largo de la jornada!

Con todo esto, deberás de dejar un margen para eventualidades o urgencias. Parece difícil pero si has enmarcado todas las tareas como anteriormente indicamos no será imposible.

Por último, un espacio organizado y cómodo será tu mejor aliado para rendir en tu silla. No dudes en ambientar tu lugar con velas o inciensos si así te concentras más. ¡A por ello!